sábado, 28 de diciembre de 2019

"PIRULO" Y SUS CUBANITOS

Lo conocí cuando corrían los años '60.
Fue en la tribuna de tablones que se erigía sobre los vestuarios de la cancha de Chacarita Juniors. La que daba al patio. La de la calle Gutiérrez.
Allí lo vi haciendo "piruetas", con movimientos eléctricos, girando sobre la palma de su mano una bandeja repleta de cubanitos rellenos con dulce de leche, mientras voceaba la mercadería.
Todos lo conocían como "Pirulo". 
Él mismo se presentaba diciendo algo así como "llegó Pirulo".
Me resultaba increíble que no se le cayera ni un cubanito mientras subía y bajaba los tablones con su frenético andar.
Muchos le compraban, muchos lo aplaudían y tiempo después lo escuché matizar su venta con frases y versos que hacían que "fuera como de la familia" para los hinchas de Chaca que ocupábamos esas gradas.
Pero andaba por toda la cancha, inclusive en la platea con la anuencia de algún control que lo dejaba pasar para que se ganara el mango.
Años más tarde lo encontré en la cancha de Flandria, con un repertorio "corregido y aumentado" de frases cómicas que le arrancaba sonrisas a los simpatizantes que concurrían al "Carlos V"
Siempre con su birrete, con su saquito tipo mozo, con la bandeja que giraba y giraba con el escudo de Chacarita, el rostro de Carlitos Balá y la bandera argentina.
Pero ¿quien era ese  vendedor de cubanitos al que lo hemos conocido como "Pirulo"?. Ya mismo paso a contarles.
Se llamaba (falleció el 16 de Noviembre de 2003) Juan José Harych.
Había nacido en San Martín y vivió a dos cuadras de la cancha de Chacarita.
Había cursado hasta sexto grado.
Le gustaba el tango e incursionó con algunas presentaciones en distintos salones. Pero su pasión era el Ajedréz y fue jugador de segunda categoría nacional.
Con el paso de los años se había radicado en Luján, en el Barrio Lanusse.
Frases como "Aquí llegó Pirulo con una flor en el cubanito", "Qué guarango, que guarango, los vendo tres por un mango" y "Yo soy Pirulo y al verte me congratulo", entre otras, lo habían convertido en un "tipo entrador", familiarizándose con los hinchas que entre sonrisas compraban su mercadería.
Fue un verdadero personaje de -por lo menos que yo recuerde- dos estadios de fútbol, aunque también vendía sus famosos cubanitos en alguna calesita y en el río en la temporada veraniega.

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