Los amantes del Fútbol de Ascenso tenemos muy en claro quien es Jorge "Pato" Franzoni.
Pero tal vez conviene someramente comentarles a aquellos que no lo conocen que fue un terrible goleador del que era 'el fútbol de los sábados' en las décadas del '70 y '80, constituyéndose a posteriori en un Director Técnico de relevancia en ése mismo fútbol.
La mandó a los piolines asiduamente vistiendo las casacas de Español, Comunicaciones, Talleres, Defensores Unidos, Berazategui y algunas más.
Su decir claro, frontal, sin tapujos, bien porteño y con ese vozarrón ronco inconfundible no pasa -pese al paso de los años- desapercibido en ninguna parte, pero lo hacía tener una llegada especial con sus dirigidos.
Pero todo que pueda llegar a manifestar personalmente, llegaría a estar teñido de parcialidad por la cercanía que he tenido con él.
Por eso voy a apelar -a modo de evocación de su trayectoria- al trabajo cuyo Texto corresponde a Julio De Bonis y la Foto a Mariano Mascotto y que fuera publicado por la revista digital Almagro Revista, en 2016 cuando aún el "Pato" era el DT de San Telmo.
Bajo el título "Fútbol, coimas y barras bravas en el vozarrón del "Pato" Franzoni, una leyenda del Ascenso", la nota dice así:
"A sus diecisiete años, Jorge “El Pato” Franzoni jugaba a la pelota en las calles de Palermo ante la atenta mirada del almacenero de la esquina que, interesado en su rendimiento, le propuso jugar en el campeonato del gremio. Franzoni aceptó, jugó y metió unos setenta goles. “¿Qué querés? Si los almaceneros eran todos gordos”, dice. Su éxito entre los cortadores de embutidos despertó el interés del Deportivo Español. Se fue a probar y quedó. Nunca había imaginado una vida ligada al fútbol, pero desde ese día sería su profesión. Jugó en Deportivo Español, Comunicaciones, Talleres de Remedios de Escalada y Defensores Unidos de Zárate, entre otros clubes, y disputó ligas en Bolivia, Trelew y Salta. Su lugar en la cancha era el área rival.
“Era goleador, no me podías pedir otra cosa. Sabía que el arco estaba ahí y tenía un ojete impresionante, me caían siempre a mí las pelotas, terminé con muchísimos goles y eso que no pateaba penales porque era un perro”, asegura.
Se retiró en 1990 con la decisión de convertirse en entrenador. Realizó el curso en el Cenard con, entre otros, Héctor Cúper y Ricardo Caruso Lombardi, con quien mantiene una buena relación.
Antes de recibirse ya estaba dirigiendo y no paró nunca, siempre en las categorías menores del fútbol argentino.
Entre sus logros figuran cinco ascensos: uno con Defensores Unidos de Zárate, dos con Lamadrid, uno con Deportivo Español y el último con San Telmo, club que actualmente dirige.
En Palermo, a pocas cuadras de esas calles de adoquines donde gritó sus primeros goles, Franzoni pide un café y se predispone a una charla en la que contará las realidades del ascenso, denunciará coimas de referís y sobres de periodistas, expondrá la connivencia entre dirigentes y barrabravas y dará su receta futbolera.
-¿Leíste algo de Almagro Revista?
-No, ¿Qué es? ¿Una revista que le hace reportajes a viejos chotos como yo?
Sus palabras se interrumpirán por la tos en varios pasajes de la conversación. Es que si bien su esencia es del ascenso, su vozarrón es de primera y compite tono a tono con el de Coco Basile o el de Mostaza Merlo. La receta de su aspereza vocal es simple: desde los quinces años fuma un atado y medio por día.
-Fumaba en el entretiempo, boludo. Cuando el entrenador no me veía, me metía en la utilería y fumaba, llegaba y el utilero tenía el pucho prendido. Una vez fumé adentro de la cancha.
-¿Cuándo fumaste adentro de una cancha?
-Antes, en las canchas del ascenso -sobre todo en la C-, la gente estaba ahí nomás. Y mi tío siempre estaba atrás del arco, cuando salía la pelota la iba a buscar y me pasaba el faso por el alambre.
-¿Nunca se te ocurrió dejar para mejorar tu rendimiento?
-No, antes todos fumaban, pero yo fumaba más que todos juntos. Íbamos de pretemporada de acá a Córdoba y en el viaje me había fumado un paquete y medio de fasos. Ojo, el cuerpo me lo bancaba, ahora me está pasando la factura. No tenía en mí llegar y gracias a Dios tuve la habilidad para darme cuenta de que en el fútbol podía haber una posibilidad, pero cuando la aprendí ya tenía treinta años.
Cuando tuvo esa revelación, Franzoni decidió ser técnico.
Para explicar su estilo de conducción, que tiene como piedra basal a la filosofía antes que cualquier táctica, atropella sus pensamientos.
-Se juega cómo se vive, eso es una gran verdad... No podés vivir de una manera y jugar de otra. No va, tendrías que tener dos personalidades. Si sos busca y bicho en la vida, adentro de la cancha sos eso, vas a buscar la ventaja. Porque la vida muchas veces te obliga a ese tipo de situaciones, y la cancha lo mismo. Mirá el caso de Centurión.
Yo soy hincha de Racing, lo vi cuando debutó, es un crá, pero es un desorden su vida y es un desorden como jugador. Tiene partidos malísimos y otros buenísimos. Innatamente juega a la pelota, pero a la pelota juega cualquiera, al fútbol los inteligentes. Él no es inteligente, pero hay partidos que a esa falencia se sobrepone porque es muy habilidoso... Yo pretendo jugadores inteligentes, no un crá. A mí me solucionan los problemas los tipos inteligentes, los que pueden resolver situaciones. A veces le digo a los dirigentes “largá a este jugador que es un desordenado”, y te dicen: no, que este es crá... Pero uno se da cuenta, tras tantos años en esto... juegan como viven los hijos de puta... y bueno, terminan ahí, porque el éxito... no creo que el éxito sea la plata... es lo que hiciste con tu vida y a lo que llegaste con las condiciones que tuviste para llegar. Nada más, no pasa por otro lado, después no hay más.
-La vida se traslada a la cancha y los dramas también. Alguna vez confesaste que en un mal momento tuyo dirigiste a Defensores Unidos de Zárate y por eso te fue mal.
-Fue un problema personal... Estuve casado 32 años, y de pronto tener que separarte te mueve la estantería. Y estuve dos años que no me interesaba nada, sólo tratar de seguir creciendo en mi vida. Y sí... esos dos años fueron desastre, no me podía enfocar. ¿No te pasa a vos en tu profesión? Si estás equilibrado vas a trasmitir mejor, vas a estar de mejor ánimo, de mejor humor.
-¿Hay diferencias en la personalidad de los jugadores del ascenso con respecto a los de Primera?
-El del ascenso es más puro, más abierto. Está acostumbrado a sufrir, porque el ascenso es sufrimiento desde que empezás hasta que te vas. El de primera se cuida mucho más, él, su persona, sus dichos. La diferencia es la repercusión. Si Tévez no juega, hablan hasta los programas de chimentos. En cambio si no juega el nueve de Español, ¿qué pasa? No pasa un carajo. Debe ser más difícil dirigir River, Boca, por el entorno, después los trabajos son todos iguales. Hoy el ascenso trabaja al nivel de primera división: la parte física, la pelota, gimnasio, está todo emparejado. La Copa Argentina cada día lo demuestra más. Después, obviamente, en determinadas situaciones te resuelve la calidad, por eso uno gana quinientas lucas por mes y el otro doce.
Frazoni coincide con una mirada histórica sobre los dueños de la popular: antes se agarraban a trompadas para ver quién era más hincha, hoy rige la ley del mercado, los negocios espurios.
-Antes no había guita y no había droga.
-¿En tu época de futbolista sufrían agresiones?
-¡¿Perdón?! Los policías eran hinchas y te pegaban. Una vez fuimos con Español a la vieja cancha de Chacarita. Cuando estacionaron el micro, los hinchas lo balanceaban de un costado a otro, casi nos matan a todos. Después pusieron una bandera que tenía veinte metros de largo por veinte de ancho, que era imposible no pisarla si bajabas del micro, y el que pisaba la bandera, cobraba... La policía no hacía nada... Bajó el gallego Francisco y le pegaron una trompada que lo sentaron de nuevo en el micro. Cuando se les ocurrió a ellos, nos dejaron bajar. Después cruzamos un playón de cincuenta metros para llegar al vestuario y nos cagaron a patadas en el orto. Perdimos cuatro a cero. Nadie se enteraba de eso, pasaban esas cosas y había que conseguir un teléfono para llamar a la radio y no te daban bola, el ascenso no era importante, después tuvo más protagonismo. Ahora, con la tecnología, hay un problema y sale en todos lados.
Si bien no añora esas épocas, los tiempos se tornaron más violentos y los aprietes más drásticos. Dos anécdotas de su experiencia como técnico lo atestiguan. La primera sucedió en un club muy popular del ascenso, cuando recién asumía.
La llegada de su cuerpo técnico era consecuencia del despido de sus predecesores por malos resultados. El clima no era el ideal. En su primer entrenamiento, su atención se vio perturbada por el incesante ruido de bombos. El sonido se volvió cada más nítido hasta volverse visible: una turba de barras entraron en la cancha, la rodearon y avanzaron sobre el campo de juego encerrando a los jugadores en el círculo central. A Franzoni lo apartaron por su condición de recién llegado y dejaron un mensaje claro al plantel: “Empiecen a ganar porque no van a salir vivos”. En el estacionamiento del predio los violentos dejaron su firma: los autos de los jugadores estaban todos destrozados, el plantel estuvo cuatro horas yendo a gomerías para poder volver al hogar. En otra ocasión, en ese mismo club, un capo de la hinchada le dijo: “Mirá que si no ganás hoy, te vas”. Ganaron uno a cero.
-Te salvaste, me dijo. La próxima, si no ganás, te vas. Perdimos, subimos al auto y me fui porque sabíamos que son tipos bravos, que están armados.
-En Primera, los trapitos facturan mucha plata, la reventa de entradas también, y abundan los negociados... ¿Cuáles son los ingresos de las barras del ascenso?
-Por ejemplo, el bufé, casi todos los manejan las barras. Están en connivencia con los dirigentes. ¿Qué dirigente se va a arriesgar a salir de la cancha y encontrar su auto destrozado? El estacionamiento es otro negocio... Nosotros estamos en un caso emblemático que es la isla Maciel, ahí es imposible cobrar una entrada. San Telmo está dividido: tiene el plateísta que paga su entrada y es socio, y después están los que viven en la isla, que no pagan, hasta me animo a decirte que manejan el micro visitante. Porque en San Telmo hay una sola manera de entrar a la isla, que es el lateral. Salís ahí y es tierra de nadie, si vos como dirigente no pactás una entrada, no llegás. ¡¿Y cómo los parás?! Están todos falopeados, drogados. Te tiran tres cohetes y te suspenden la cancha. San Telmo estuvo cinco años sin jugar en su cancha. Ellos manejan el estacionamiento y el bufé, termina el campeonato y les tenés que dar toda la pilcha del plantel. En algunos clubes grandes del ascenso, varios jugadores tienen que dejar dos o tres lucas para la barra.
En una ocasión, Franzoni dirigía a Defensores Unidos de Zárate y la siguiente fecha debía enfrentarse contra el cuco del torneo, el Tigre de Caruso Lombardi. El lunes previo al partido, volviendo del entrenamiento de Zárate a su hogar, paró en una estación de servicio con su ayudante Lalo a tomar café. En la mesa aledaña dos hombres hablaban del partido a disputarse entre Defensores y Tigre, Franzoni paró la oreja y escuchó una sentencia alarmante: “Quedate tranquilo que ya está todo arreglado: va Vigliano (por Jorge, el padre del actual árbitro de primera división Mauro Vigliano)”. Como los referís se sorteaban recién al día siguiente, el director técnico llegó a una conclusión demoledora: “Si sale Vigliano, me están rompiendo el culo”. Llamó al gordo Guerra -periodista importante del ascenso en ese entonces- y le contó el episodio. Fue para su estudio con un escribano, un testigo y lo grabaron afirmando que el sorteo del día siguiente estaba arreglado, hicieron un acta. Salió el sorteo, ¿quién salió designado? Vigliano. Guerra puso el audio al aire y el sábado Vigliano no fue a la cancha, se excusó. Mandaron a otro referí y dos internacionales como jueces de línea, ganó Tigre 2 a 1 sin jugadas polémicas, pero la historia no terminaría allí. Al tiempo Franzoni pasó de Zárate a Lamadrid y en su primer partido en la B se enfrentó con Brown de Adrogué. ¿El árbitro? Vigliano.
-A los doce minutos del primer tiempo perdíamos 3 a 0, con dos goles en off-side de unos siete metros. Termina el primer tiempo y yo tenía que entrar por un túnel que era con alambre... Me estaba esperando Vigliano apoyado contra la pared, con el pito en la mano, nunca me voy olvidar, y me dice: “Quedamos a mano”. Perdimos 6 a 0. ¿Qué quiere decir eso? Yo le corté un negocio.
Entonces cuando a mí me hablan de arreglos, digo obviamente, hay miles de casos en el fútbol.
El gordo Guerra también queda mal catalogado en la memoria de Franzoni: “Vivía de la manga, te decía dame quinientos pesos y hablo bien de vos”.
-Como en el libro de Sacheri, Papeles en el viento, que para promover a un jugador le pagan a un periodista para que hable bien de él.
-Exacto, el gordo Guerra le pedía plata a los jugadores, a los representantes y a vos como cuerpo técnico. Yo nunca le di un peso. El año que agarro Lamadrid en el 98, lo auspiciaba una empresa, Tate de Tuti, importadores de bananas, que no sé cómo cayó. Tenían fortunas, lavaban guita, ganabas un partido y, guita de hoy, te daban 10 lucas. ¡En la C! ¡Una cosa de locos, boludo, si Lamadrid es un bar con presidente! Y el gordo se pensaba que para darme manija le tenía que presentar al dueño de la empresa. Yo estaba peleado mal con ese tipo porque no sabía nada de fútbol, pero como tenía la moneda quería imponer y traer jugadores. Por eso me voy de Lamadrid... Después entré en negociaciones con Defensores de Belgrano, era una muy buena oportunidad, era la B, buen equipo... Yo tenía un representante que era un abogado garca y me pidió que vaya a dirigir a Midland porque era amigo del presidente de Midland y se le acababa de ir el técnico. Le dije que no, pero que iba esa semana a dar una mano. Fui un lunes a Midland, en la cancha estaban jugando cincuenta contra cincuenta, toda la hinchada. Le dije al utilero: sacalos. Andá y sacalos vos, me respondió... Me fui a la mierda... No sé cómo, el gordo me embocó y empezó a hablar pestes de que yo había arreglado en Midland y me volteó el laburo en Defensores. Estaba caliente porque no lo había contactado con el dueño de la empresa...
-¿Y hay técnicos que le piden plata a los jugadores?
-Sí, hay, le piden al representante, estoy hablando en todos los niveles. A mí me han venido montón de representantes a ofrecerme guita, pero son cosas que no se pueden permitir, después te imponen condiciones y todo se sabe en el fútbol. Lo de Vigliano, lo de Guerra, son cosas que me pasaron a mí. Hoy pasa lo mismo con Daniel Torrisi (periodista del Ascenso). ¿Cómo mantiene su profesión? ¿Cuánta gente lo puede escuchar? No estoy hablando mal de Torrisi, quiero decir que viven de eso, reciben cosas... ¡Hay técnicos que pagan para dirigir!
-¿Cómo es pagar para dirigir?
-Se hacen cargo. Dicen: ¿cuánto sale el plantel? Bueno, tengo un sponsor, me ayuda con ciento cincuenta lucas por mes. Ahora, después el sponsor te mete los jugadores. ¿Sabés cuántos hay en el ascenso? Más de diez que pagan para dirigir.
-Tenés una buena relación con Caruso, que ha acusado a varios jugadores de ir para atrás, caso Placente e Higüaín ¿Pasa eso? ¿Los jugadores tratan de voltear técnicos?
-En la historia del ascenso, que hayan ido para atrás hay montones. Ahora, lo de movimientos para voltear al técnico es más complicado. De todas maneras, si te llega a pasar eso y no te diste cuenta es porque sos un pelotudo, si no podés percibir eso es porque realmente perdiste el manejo del grupo, porque el jugador se manifiesta en el día a día. Te das cuenta en el semblante, en la manera de ser, de entrenar. Volvemos a lo mismo, es la vida...
-Hablemos del paradigma partido final River-Argentinos, uno tiene que salir campeón, el otro salvarse del descenso. El empate cumple ambos objetivos. Resultado final: empate. Esas situaciones dan lugar a presunciones de arreglo...
-En Español, jugando contra Chacarita en cancha de Atlanta, llegamos al vestuario y bajó Ríos Seoane (presidente de Español) y dijo: “Aquí (Franzoni imita un acento español) ya tengo todo arreglado, hay que empatar”. El presidente vino al vestuario y nos dijo que estaba arreglado el empate. Nos juntamos y dijimos vamos adelante. Los de Chacarita entraron con una tranquilidad bárbara, salimos con todo y les ganamos dos a cero. Nos esperaron en el túnel, nos querían matar: los dirigentes, los jugadores, la hinchada. Por eso, es más difícil arreglar a los jugadores, no es lo mismo arreglar a uno que arreglar a veintidós.
-Tu ayudante de campo, Cristian Pereyra, dijo que no entrenaban los jugadores porque no tenían ni para viajar. ¿Es tan así?
-Es así, nosotros tenemos tres chicos que dejaron de venir porque no tienen ni para viajar, los padres perdieron el laburo y no tienen posibilidad económica de nada. Chicos jóvenes, 18, 19 años. Una promesa, un goleador que trajimos de Arsenal, donde salió goleador en la cuarta -hizo como veintipico de goles- y no puede venir más porque no tiene para viajar.
¿Y qué vas hacer? Nosotros hace cuatro meses y medio que no cobramos. Uno puede aguantar... pero los jugadores. A mí me da bronca que vengan a entrenar, el movimiento que tienen que hacer es otro, es llamar por teléfono. Yo tengo al cabezón Leiva, que hace diez años juega en la división, jugó en siete equipos, ¡Levantá los teléfonos y vayan al gremio!
-¿Agremiados no funciona?
-Sí, funciona, Agremiados te dice intimá, pero el jugador no intima, el jugador es cagón (Nota del autor: la entrevista se realizó pocos días antes de que se concretara el paro de jugadores).
- ¿Y dejan el fútbol sin patalear?
-Exactamente. ¿Cómo puede vivir un tipo que gana 18.000 pesos por mes, está casado con dos hijos y no cobra hace tres meses? Yo ahora tengo tres tipos menos en el plantel y San Telmo no lo puede solucionar porque vive específicamente de la cuota de AFA. San Telmo tiene un presupuesto que está entre los cinco más chicos de la división, 450 mil pesos por mes, incluido cuerpo técnico, y no lo puede pagar. Vos vas a la Isla Maciel, en San Telmo, y la entrada no la paga nadie. Con toda la furia debe tener quinientos socios… socios caracterizados una vez ponen diez lucas, veinte, la juntan. Ahora, esta deuda que se acumuló de tres meses y medio, un millón y medio de mangos, ¿cómo lo pagás si no paga la AFA?
- Fuera de las indicaciones tácticas ¿Cómo se le llega a un pibe que no llega a fin de mes?
-Yo les hago siempre una pregunta y, te digo la verdad -lo llevo anotado eso-, de cien, me la contestaron tres más o menos coherentemente. Y es muy simple: ¿por qué jugás al fútbol, vos? Tan simple como eso. Y de acuerdo a la respuesta que recibo me doy cuenta para dónde va.
-¿Y qué te responden en general?
-No saben, no tienen ni idea, se me quedan mirando. Esa pregunta resume todo: vivís en La Plata, te levantás a las seis y media de la mañana para venir a entrenar en Camino de Cintura -dos horas y media de viaje-, ¿sos masoquista? No. Entonces, ¿por qué estás acá? Si te vas a bailar, no descansás, no comés bien, es un problema tuyo. Es muy difícil dirigir a alguien si no le tenés confianza, como estar con tu mujer y que no le tengas confianza.
-¿Y quién te contestó bien esa pregunta?
-Pocos, tres o cuatro. Hay una que me llamó la atención mucho, la de Gastón Lezcano, ahora está en Morelia, México, jugó Copa Libertadores... Salió de Lamadrid y es de un origen muy pobre. Me respondió: “Mirá Pato, yo sé que la única posibilidad de progresar en mi vida es jugar al fútbol, tengo que escuchar y aprender de todos”. Le dije: Gastón, quedate tranquilo, vas a llegar. Pasa por ahí. Yo escucho cada hijo de puta, escuché a Cataró, un hijo de puta que armaba la cancha por debajo del agua... dirigió la primera de All Boys, boludo... jugaban debajo del agua... decía que era la distención, la mente, el yoga... Este otro boludo que viene y se pone los drones.... Si vos le pasás a un jugador un video de más de 5 o 7 minutos y no se duerme, me emplumo. Hay otras maneras…
-Bueno, a Sampaoli le va muy bien y les hacía practicar jugando a la Play Station... -Y con los muñecos inflables, ahora usan muñecos inflables para ir a cabecear. Si los muñecos no se mueven, hijo de puta... A ver, la pelota parada... Yo voy a trabajar la pelota parada... ¿Tengo a Riquelme y a Palermo? ¿Tengo en mi plantel eso? ¿De qué pelota parada me hablás?
-Y cuándo te meten tres goles de pelota parada en un partido, ¿Cómo lo modificás?
-Es otra cosa, concentración... ¡Responsabilidad! Yo trabajo hombre a hombre, marca el gol el nueve y si vos lo tenías que marcar, la culpa es tuya, hijo de puta, no mía. Y es así con todo... Anticipar a un tipo en el primer palo no es táctico, es una milésima de segundo, es repetir movimientos. El fútbol es eso, movimientos, tener instinto, estar siempre en el momento exacto.
-Tenés 60 años, ahora se habla mucho de la diferencia generacional, hoy todos los pibes están metidos en las redes sociales, sacándose selfies, mandando wasaps...
-Se afeitan las piernas antes de entrar a la cancha. Te lo juro por mis hijos, no lo puedo creer.
-¿Y cómo se hace para llegar con el mensaje y lograr respeto?
-No intervengo, no me meto. Para eso uso a Pereyra (su ayudante), por ejemplo, que me lleva 20 años y está más capacitado que yo generacionalmente, o al entrenador de arqueros, que tiene 28 años.
-O sea que buscás compinches en el cuerpo técnico.
-Te tenés que saber rodear para que ellos hagan ese trabajo. Por ejemplo, el día del partido jamás me vas a ver adentro del vestuario.
-¿Y esa decisión porque la tomaste?
-Me parece que es lo mejor, porque los jóvenes tienen otras modalidades que yo no las soportaría estando. Entonces, me voy. La charla técnica la doy el día anterior del partido. Obviamente refresco conceptos si encuentro alguna modificación en la alineación contraria.
Esas cosas las puedo modificar, si no mi equipo sale a la cancha sabiendo lo que tiene que hacer. El vestuario tiene una utilería, yo estoy ahí adentro, no participo de la charla, no participo de la arenga porque no creo en esas cosas.
-¿Cuál fue la situación más difícil que te tocó vivir por falta de recursos?
-Miles, ir a entrenar y tener dos pelotas. En el ascenso eso es muy común. A los jugadores les explico que cuiden mucho los elementos de laburo porque en el ascenso no hay y son un bien muy importante.
-¿Qué pasa si se te rompen los botines en el ascenso?
-¿Quién te lo compra? Es jodido. Si estás en pleno campeonato siempre hay uno que la pone. Un tipo que gana veintidós lucas y tiene tres hijos, ¿Cómo hace para comprar un par de botines que valen cuatro lucas? Por eso, lo emparento con la vida: ¿Cómo vivís en tu casa? ¿Dejás la canilla abierta y cagás en el living?
-Debe ser difícil inculcar esos conceptos a personas que vienen de realidades complicadas.
-Es que ahí está el técnico, vos tenés que lograr que treinta tipos que piensan diferente y tienen realidades diferentes estén todos detrás del mismo objetivo. Se lleva con tiempo y hablando.".