sábado, 31 de agosto de 2019

SPORTIVO BARRACAS

HISTORIAS ABREVIADAS

El CLUB SPORTIVO BARRACAS se fundó el 30 de Octubre de 1913 en la calle Iriarte 2056 de la Capital Federal, lugar donde aún hoy funciona su Sede Social, en pleno barrio de Barracas.
Las reuniones previas de los vecinos del barrio, se llevaron adelante en el Café de “Campos” y eran comandadas por don Antonio Albelleyra, habiendo en defintiva darle forma a una entidad deportiva, social y cultural.
La primitiva intención de sus fundadores fue la práctica de un deporte no tan popular: el remo.
Ocurre que por aquellos años el fútbol ganaba cada vez más adeptos y terminó por eclipsar la primigenia intensión de sus fundadores.
Fue así como el equipo que lucía (y luce) camiseta azul y blanca a finas rayas verticales, con el paso de los años se iba convirtiendo en uno de los conjuntos importantes de nuestro medio, en una época en que -cabe recordarlo- el fútbol se jugaba en forma amateur.
Para jugar sus partidos utilizó las instalaciones del Club Riachuelo situadas en las calles Iriarte, Santa Elena, California y Perdriel, Capital Federal, fusionándose con dicha entidad y así en 1916 se adjudica el torneo de Intermedia y llega a la Primera División.
En 1919 fue uno de los fundadores de la Asociación Amateurs y comenzó a construir un gran estadio en el predio contiguo al del viejo Club Riachuelo, comprendido entre las calles Iriarte, Luzuriaga, Río Cuarto y Perdriel.
Un año más tarde sus dirigentes decidieron retornar a la Asociación Argentina.
Su estadio primitivo fue objeto de varias ampliaciones, llegando a tener una capacidad para 37.000 espectadores, convirtiéndolo en uno de los escenarios futbolísticos más importantes del país.
En él se disputaban los partidos de la selección Argentina y también fue el lugar donde Cesáreo Onzari convirtió el primer gol olímpico. 
En su cancha se desarrollaron el Campeonato Sudamericano 1921 y dos partidos de la Copa América de 1925, año en que Luis Angel Firpo realizó en este estadio su primera pelea al aire libre.
El 28 de septiembre de 1924, las Selecciones de Argentina y Uruguay (en esos momentos Campeones Olímpicos) no pudieron jugar un partido amistoso porque el público desbordó la capacidad y por lo tanto el partido debió ser suspendido para cuatro días después. Atento a lo ocurrido, el 2 de octubre se inauguró el alambrado olímpico del estadio, llamado así desde entonces por el logro de la Selección Uruguaya.
Fue precisamente en ese partido el argentino Cesáreo Onzari convirtió el primer gol desde un tiro de esquina, ya que un congreso de la FIFA había modificado poco tiempo atrás la reglamentación dándole a este tiro la categoría de tiro libre directo.
Al gol de tiro directo desde la esquina se lo bautizó desde entonces con el nombre de "gol olímpico", por la inauguración del alambrado en el que el jugador se apoyó previo a efectuarlo. El partido finalizó dos a uno en favor de Argentina.
En 1929 realizó una gira internacional, jugando partidos amistosos en Portugal, España, Italia y Brasil, enfrentando entre otros equipos como Barcelona, Juventus y Roma.
En 1931 fue uno de los equipos más importantes que permaneció en la Asociación Amateurs Argentina de Football, cuando se separó el fútbol entre esta Asociación y el Torneo Profesional de la Liga Argentina de Football (que se terminaron unificando en 1934 y formaron la AFA).
Por haberse quedado en la liga amateur perdió muchos socios. En el transcurso de 1936 se desafilió de la Asociación del Fútbol Argentino, a la cual volvió en 1967 habiendo mermado ya su prestigio. 
Aquel gran estadio ya se había perdido.
De allí en más quedó sumido en las categorías más bajas del fútbol argentino (actualmente militando en 'Primera D') luego de haber vivido una lamentable -a mi criterio- experiencia de desarraigo por un "iluminado" que lo llevó a modificar su nombre y los colores de su camiseta, haciéndolo jugar como local en Bolívar, Pcia. de Buenos Aires, a partír del año 2003 y que luego de un par de temporadas desistió de su "visionario negocio" y lo dejó librado a su suerte, pero -por suerte para la entidad- en manos de sus asociados.

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